Día 47
7:41 AM
Desde casa no se puede ver mucho de lo que pasa afuera, solo lo que sucede adentro, donde hoy me resguardo a causa de cualquier cosa, menos mi voluntad. ¿Qué puedo ver aquí adentro? Las miradas apolilladas de todo lo viejo que aún puede sostenerse en pie, una estufa cubierta de la grasa que todavía huele a navidad y bajo mis pies, el suelo sediento de las caricias de un trapeador.
12:42 PM
¿Cuánto tiempo estuve afuera? ¿Cuánto tiempo la ceguera me penetraba al entrar a casa para no observar el lugar que habitaba? Pero ahora, ¿Cuánto tiempo llevo aquí dentro? Mis manos parecen haber tocado cada rincón de cada habitación, mis sucias manos; han limpiado todo el polvo queriendo aparentar que acarician lo que un día fueron pieles, húmedos labios, otros dedos palpando los míos. Y mi piel ya no es mi piel, cada vez va endureciéndose un poco más a causa de este aislamiento… temo convertirme en la pared que no falta en esta habitación y extinguirme en la espera de ser útil en un espacio vacío.
2:43 PM
Ahora cada vez todo parece oler más a mí. Abro las cortinas, el sol parece estar dentro y encandilar lo bello que me parecía estar aquí, y ahora que todo se ilumina, puedo ver lo que antes no vi: los muebles que perdieron su encanto, la pintura descolorida, los pilares descarapelados, las grietas en las paredes, que se han convertido en los caminos que recorren las privilegiadas hormigas, llevando en sus pequeñísimos cuerpos los granos de azúcar que derramé por culpa de un café amargo que tomé en la mañana, ¿De qué día? No lo sé, ¿Tal vez fue hoy? O tal vez será mañana. Pensar en los caminos que un día recorrí en el exterior hace que todo se vuelva un poco más sofocante. Para el día de hoy vuelvo a recorrer cada habitación de mi casa y si me detengo a observarla, la encuentro nuevamente distinta. Hay cosas que me detengo a admirar y otras que me detengo a analizar con desagrado.
9:44 PM
Me acuesto aparentando buscar la comodidad del descanso que brinda el reposo y me doy cuenta que lo que un día sentí como un escape para descansar hoy es una habitación cansada de mí, cansada de que yo la habite por largas horas, que la asfixie con el veneno que se desprende de mi desesperación. El colchón está cansado de sostenerme en esta continuidad que aparenta no terminar.
12:45 AM
Y es triste caminar hacia el espejo ya sin mirarme, prefiriendo envolverme más bien en la quietud de una meditación involuntaria. Verdaderamente no sé quién soy y me da miedo pensar en quién tengo que ser cuando camine sonriente frente a otros rostros, ¿Qué esperarán de mí?, ¿Qué esperaré yo de ellos? Temo caer en la hipocresía y correr a encerrarme voluntariamente en el lugar del que hoy me quejo.
1:46 AM
Los días pasan, uno tras otro, no llevo el orden de ellos. Sé que pronto esto ha de terminar y vendrán otras preocupaciones que me acongojen y sin duda lo que más miedo me da es caer en algún nuevo tipo de síndrome o complejo, donde el ser sufridor del encierro extrañe su celda al encontrarse nuevamente a la intemperie.
4:47 AM
Pensar tanto me hace caer en cuenta de que no sé mucho, no sé nada. Las ventanas parecen haber cerrado los párpados hace varias horas, y suspiro, porque ya no hay mucho que el techo me muestre por las noches, pero entre las sabanas todavía puedo tocar el cuerpo de la soledad, la beso, la siento, me hundo en ella, y siento cómo va succionando mi aliento, no puedo gritar, me escupe de su profundidad y vuelvo a la calma, miro mi alrededor y todo se ve tan familiar, pero algo cambió...creo que ya es de día.
- Bertha Landín
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